sábado, 20 de febrero de 2016

¿Hay que respetar las tradiciones?

 

Para responder a esta pregunta, primero hay que saber qué se entiende por "tradición". Esta palabra se puede aplicar a todas aquellas costumbres, ritos y doctrinas que se han conservado en un pueblo, convirtiéndolos en algo típico y característico del mismo por la transmisión de los mismos de generación en generación durante mucho tiempo, perpetuándose hasta la actualidad. Después de haber entendido esto, no puedo aún sacar en claro si hay que respetarlas o no, pero sí que puedo afirmar que en mi opinión que se hayan mantenido hasta ahora no es razón suficiente para respetarlas, pues eso no las convierte en algo digno de conservar, sino que hay que tener en cuenta cómo son y lo que implican cada una de ellas.
Como ya he dicho antes, que se hayan perpetuado en el tiempo hasta llegar a nuestros días no significa ni mucho menos que haya que respetarlas, y que sean algo típico tampoco las convierte en buenas, pues existen unos valores universales que están por encima de determinadas tradiciones, que en mi opinión no los respetan. Por ejemplo, la ablación de clítoris que se practica tradicionalmente en los países musulmanes y vestigios de antiguos rituales de sacrificio animal; esto lo evidencian el toreo español, la típica y polémica tradición arraigada desde los tiempos de la romanización, los sanfermines, el kaparot de judaísmo o la también perpetuada a lo largo de la historia matanza de delfines en Dinamarca, que realizan los adolescentes para celebrar que han llegado a la edad adulta. Todas ellas son tradiciones que yo considero como costumbres contrarias a los principios básicos de compasión o empatía que se supone distinguen a los seres humanos del resto de seres vivos. Si la cultura engloba todas las tradiciones, esto es, las costumbres de una sociedad determinada, y se supone que debe enriquecer y hacer mejor a las personas, en mi opinión que estas tradiciones sean consideradas como "cultura" no es ni mucho menos motivo de orgullo para los pueblos que las mantienen a día de hoy.
Por otro lado, evidentemente hay también tradiciones típicas de los países que  forman parte de su cultura además de diferenciarlos del resto y cuya práctica no es ni mucho menos inmoral. En el caso de España, ejemplos de estas tradiciones serían: el característico "tapeo", ya que siempre que se pasea por el centro de las ciudades se aprovecha para "ir de tapas"; la famosa siesta, una costumbre muy típica y además saludable; las verbenas, como la de San Juan o las celebradas en la Plaza España, los carnavales de Cádiz o comer 12 uvas en Nochevieja (siempre que te gusten y no te atragantes).
Hablando de España, en nuestro país, que según la Constitución es aconfesional, la mayoría de las tradiciones tienen un origen religioso, pero creyentes y no creyentes las han mantenido y asumido como propias de España ya que, lo reconozcamos o no, nos interesa y nos conviene.¿O desearíamos que no hubiera Semana Santa, aunque no vayamos a ninguna procesión? La tradición de recibir regalos la noche del 5 de Enero de los Reyes Magos también tiene un origen religioso; sin embargo, todas las familias españolas la celebran.¿Por qué? Porque se ha perdido ese carácter religioso,simplemente la mantenemos porque ¿quién no quiere recibir regalos?
Después de haber puesto estos ejemplos, creo que puedo afirmar lo que ya dije al principio de este artículo: no hay que respetar una tradición por el simple hecho de serlo ni justificar crueldades disfrazándolas de "arte" o de "cultura", sino que nuestra sociedad, que se supone "desarrollada", debe ser capaz de diferenciar las tradiciones que vale la pena mantener, pues enriquecen culturalmente a un país y le aportan diversidad, además de un entretenimiento y diversión sanos, de aquellas que no deberían tener cabida en el mundo actual, pues, amigos, "quedarse anclado en la tradición", a veces es bueno, y otras veces, en cambio, no. 
   


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